Los 'japones' del sur de Europa
Hace 400 años partía desde Japón la misión Keicho al mando del
samurái Hasekura Tsunenaga, con objetivos comerciales y religiosos.
De los 180 expedicionarios, 30 llegaron a la península ibérica subiendo el río Guadalquivir, aunque solo 18 volvieron a tierras niponas… los que se quedaron en Coria del Río dieron origen al apellido Japón.
El Año Dual está repleto de actividades, incluida la visita del príncipe heredero Naruhito o la exposición de fotografías de prensa sobre el terremoto que asoló el este del país asiático.
De los 180 expedicionarios, 30 llegaron a la península ibérica subiendo el río Guadalquivir, aunque solo 18 volvieron a tierras niponas… los que se quedaron en Coria del Río dieron origen al apellido Japón.
El Año Dual está repleto de actividades, incluida la visita del príncipe heredero Naruhito o la exposición de fotografías de prensa sobre el terremoto que asoló el este del país asiático.
Juan Miguel Baquero
Unos ojos rasgados reposan hace cuatro siglos a orillas del río Guadalquivir. Un samurái que se pasea con un kimono
como solo atuendo por la Sevilla del Siglo de Oro. Una ceremonia del té
entre forasteros que sonríen eternos bajo el sol naciente del sur de
Europa… Pudieran ser elementos literarios, especias traídas de lejanas
tierras para aderezar una exótica novela o largometraje, pero pertenecen
tanto a la realidad como la vida misma.
Hace 400
años el señor feudal nipón Daté Masamune envió la Expedición Keicho a
surcar los océanos, en una aventura única en la época que no deparó los
resultados religiosos y comerciales deseados pero que, al socaire de
aquel atrevimiento insólito, dejó la semilla de la herencia genética
anclada en un pueblo ribereño sevillano, Coria del Río, donde cientos de
personas llevan como apellido el nombre del país de origen de aquella
locura de Ultramar: Japón.
Son los 'japones',
andaluces que ayudan a convertir la teoría en práctica con el
beneplácito de sus rasgos físicos. Todo comenzó en el 'siglo cristiano'
de la historia japonesa (1543-1640) que arranca en los primeros
contactos con Occidente y termina en la prohibición definitiva de esta
profesión religiosa.
Uno de los señores feudales o daimyos
más importantes, Masamune, encarga al samurái Hasekura Rocuyemon
Tsunenaga el mando de la misión Keicho, junto al sevillano fray Luis
Sotelo. Durante siete años surcan los océanos Pacífico y Atlántico, el
mar Mediterráneo, recorren México, España, Italia y Filipinas, sin
alcanzar éxito pese a las entrevistas con interlocutores como el rey
español Felipe III, en Madrid, o al papa Pablo V, en Roma, porque no
representaban al emperador japonés.
ADN de Japón
Aún así, la ciudad de Sevilla, uno de los puertos más importantes de la
época, que contaba con el monopolio del comercio con América, se volcó
en el recibimiento a la tripulación comandada por Tsunenaga, con un
gasto final de un millón de maravedís.
La idea era
usar la experiencia española para crear un vínculo similar al que ya
existía a través de las flotas de la carrera de Indias. De ahí que
enfilaran la desembocadura del Guadalquivir hasta llegar a Coria. De los
aproximados 180 expedicionarios iniciales (unos 150 japoneses entre
samuráis y soldados, marineros, comerciantes y personal de servicio, más
un grupo de españoles), llegaron 30 hasta tierras hispalenses en 1614,
de los que, en dos tandas (1616 y 1617), acabaron regresando a Japón
solo 18.
Ahí está la clave de una herencia que
investigará desde octubre el departamento de genética de la Universidad
de Nagoya con muestras de ADN de japoneses y corianos, y la memoria de
una travesía pionera que se conmemora con innumerables actos en el
denominado Año Dual España-Japón, 400 años de relaciones y la visita del príncipe heredero de Japón, Naruhito.
Así lo ve el periodista Nobuyoshi Nakamura, redactor de uno de los tabloides nipones más influyentes, The Asahi Shimbun, que organiza junto a Mitsubishi Corporation la exposición 2 años después,
una muestra de fotografías de prensa del gran terremoto del este de
Japón visitable en la Casa de la Provincia de Sevilla hasta el 23 de
junio. "Dentro de poco sabremos si queda alguna huella de aquellos
samuráis", relata Nakamura a eldiario.es/andalucia, "y tendremos una
conclusión muy segura que nos permitirá conocer después de 400 años sin
son sus descendientes y queda algo de la herencia genética". El
reportero apunta que pocos años antes de aquella histórica misión
Keicho, las mismas tierras vivieron una devastación similar.
Una de las ciudades más afectadas por el tsunami, Sendai, está
hermanada desde hace años con Coria. En la localidad sevillana hay una
estatua junto al río del samurái que encabezaba la expedición, una sala
de exposiciones dedicada a la cultura japonesa y cientos de vecinos que
comparten el apellido Japón con el que se registraba a los descendientes
de aquellos viajeros que decidieron fijar la ribera del Guadalquivir
como destino definitivo.
El presidente de la
asociación coriana Hasekura Tsunenaga, Juan Francisco Japón, nombra una
figura clave en la génesis de esta exótica relación, Virginio Carvajal
Japón, quien investigó y documentó su origen, además de dedicar "más de
25 años a estrechar los lazos entre los japones y corianos en general y
los japoneses", subraya.
Los tintes literarios de esta aventura han quedado plasmados en obras como las novelas Samurái, de Shusaku Endo, Las meninas y el samurái, de Miguel Gilaranz, o Japones y Japoneses en las orillas del Guadalquivir, del rector de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), Juan Manuel Suárez Japón.
Ahora, el coriano Suárez Japón escribe un nuevo libro sobre esta
historia "que está solo pendiente de añadirle el fundamental capítulo
que supone la trascendental visita del príncipe japonés a Coria del
Río". Juan Francisco Japón coincide y apuesta por "aprovechar la
oportunidad para presentar proyectos viables que atraigan a los
inversores japoneses, de hecho –sostiene– ya están surgiendo
interesantes iniciativas por parte de empresarios corianos".
"Es un potencial evidente que deberíamos aprovechar", insiste el rector
de la UNIA, quien aclara que nada llegará a orillas del Guadalquivir
"como un regalo" sino como fruto de las iniciativas y "la capacidad de
emprendimiento" que asuma la localidad: "Si no es así –sugiere Suárez
Japón–, veremos pasar esta oportunidad por delante de nuestros ojos sin
dejar huella material ni mejora alguna, como a aquellos americanos del Bienvenido, Mister Marshall", aquel largometraje que dirigiese Luis García Berlanga en 1953.
Fuente: eldiario.es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario