martes, 12 de febrero de 2013

ANTECEDENTES DEL VIA CRUCIS

El Vía Crucis es una práctica devota eminentemente andaluza, pues fué el Beato dominico Alvaro de Córdoba quien, en los comienzos del S.XV, a la vuelta de una peregrinación a Tierra Santa, erigió en el convento de Scala Coeli, en la Sierra de Córdoba, el primer Vía Crucis, unas pequeñas capillas en las que mandó pintar las principales escenas de la Pasión del Señor, popularizando así esta devoción muy profundamente arraigada también en la religiosidad sevillana.
Fué don Fadrique Enríquez de Ribera, primer Marqués de Tarifa y Adelantado Mayor de Andalucía, quien propicia en Sevilla la celebración de un Vía Crucis popular en la Cuaresma de 1521, que pervivirá durante siglos. Tal ejercicio se iniciaba en la capilla de su casa de Sevilla, la llamada Casa de Pilatos, hoy palacio de los Duques de Medinaceli.
Finalizaba en el humilladero gótico de la Cruz del Campo, construído en 1380, que distaba de la citada casa 997 metros, los mismos que distaba el Pretorio de Pilatos del Monte Calvario.
Desde Andalucía se extendió el Vía Crucis por todo Occidente, y desde Sevilla por toda la América Hispana.
El ejercicio del Vía Crucis consiste en adentrarse en la meditación de la Pasión de Jesucristo y en su camino hacia el Calvario..Contemplar su silencio en el juicio inicuo de los sumos sacerdotes, considerar la cobardía cómplice de Pilatos, sus tres caídas en la Vía Dolorosa,  los dolores de la flagelación y la coronación de espinas, su crucifixión y la lanzada del soldado que abre su corazón. En definitiva su muerte redentora por toda la Humanidad.
Fuente: Semanario Diocesano Iglesia de Sevilla.


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